# Dossier 2 / EL CARTóGRAFO:
UN MAPA DE MEMORIA Y TIEMPO
/ ENTENDER EL MAPA DE NUESTRA EXISTENCIA
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Entender el mapa de nuestra existencia

Por Elena Roger >> Fotos Gustavo Gavotti
 

La vivencia de una tragedia es tan crucial como lo que sucedió en el gueto de Varsovia”, dice Elena Roger, la protagonista de El cartógrafo de Juan Mayorga, el espectáculo dirigido por Laura Yusem que se presentó en la sala Cunill Cabanellas del Teatro San Martín.

 

Un mapa del tiempo

Cuando me llegó la obra, en una primera lectura me encontré con un recorrido sumamente agudo a través de los sucesos del gueto de Varsovia, porque refiere con muchísimo detalle sobre lo que sucedió allí durante los años de la guerra, que me resultó muy angustiante. Me imaginaba cómo es llevar una vida común y corriente, y que de repente ocurra una invasión y terminar en un gueto por pertenecer a una determinada cultura, viviendo a diario con la amenaza de la muerte. Uno toma conciencia de que todo esto sucedió, y no hace tanto, no pasó un siglo siquiera. Por otro lado, está el mundo de la cartografía, que era totalmente desconocido para mí. ¿Qué es eso de ser cartógrafo? ¿Qué es hacer mapas? Es curioso, porque en un lugar turístico una se encuentra con un mapa donde seguramente faltan calles, están resaltados algunos monumentos que deberían visitarse y otros que ni siquiera figuran. Saber eso ahora me pone nerviosa. Es también un tema de la obra: la cartografía, trazar límites, descubrir quién tiene el mejor mapa para que el enemigo no nos vuelva vulnerables, ocultar aquello que no se quiere que aparezca. Estrategias que tienen que ver con la cartografía y con el mapa de nuestras vidas, el mapa de la historia, el mapa del tiempo. Todos temas que Mayorga plasma a través de las conexiones que existen entre los personajes, que en cada función son nuevas: lo sucedido en aquella época en el gueto de Varsovia, lo que sucede hoy en Varsovia y lo que le sucede a los personajes en la actualidad.

Blanca

Mi personaje tiene una historia poderosa. En nuestro primer encuentro con la directora Laura Yusem fue interesante descubrir que Blanca hace catarsis a través de la tragedia que vivió esa ciudad en la que ella habita circunstancialmente, por la tragedia personal que arrastra. Coincidimos en hacerle entender al público que la tragedia de Blanca puede ocurrirle a cualquiera. No importa cuál sea su magnitud, todos tememos que nos suceda una. La vivencia de una tragedia es tan crucial como lo que sucedió en el gueto, que nos involucra como humanidad. Cada pequeña historia del gueto tiene pérdidas que se ligan al personaje de Blanca. La forma de trabajar este papel fue algo muy intuitivo, y en ese sentido Laura fue una guía respetuosa, quien con mínimas directivas lograba que entendiera el porqué de la actitud del personaje, el poder interno de determinadas escenas. Es un personaje que escucha mucho, porque investiga los hechos como un detective: quiere encontrar a ese cartógrafo y a la niña que dibujaron el gueto, y no sabe si existieron o son una invención. Ella está urgida por escuchar muchos relatos, lo cual es difícil de escenificar. Así que cada monólogo resulta pura vivencia, estar allí y vivirlo cada día. Es un ejercicio actoral bastante complejo que estoy muy feliz de poder abordar función tras función.

Espacio para la tragedia

A la hora de decidir hacer este espectáculo, una de las cuestiones que más me interesó tuvo que ver con el espacio escénico. En este dispositivo espacial, el espectador está muy cerca, por lo que podemos trabajar acciones internas y mínimas en la actuación. En ese sentido se asemeja mucho a una propuesta cinematográfica. Como se trata de un espacio circular, tenemos que dirigirnos hacia todos los frentes. Cuando uno habla, no está pensando en que hay dos personas que te miran; uno se mueve alrededor y reproducir esto en escena hace que la puesta se vuelva muy real, con mucha libertad en el movimiento. Estamos metidos dentro de un mapa (en ese sentido Graciela Galán logró un espacio espectacular), y el hecho de estar todo el tiempo en escena hace que estemos permanentemente conectados con la obra. Nos ubicamos todo el tiempo frente a nuestros compañeros, y eso hace ganar al espectáculo.



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