“La percepción ordena combinaciones de sucesos, generando la sensación de ritmo. Este ordenamiento requiere una diferenciación de los sucesos. Si puedo diferenciar, puedo reconocer un determinado ritmo. Pero si no los podemos diferenciar, ¿percibimos, en cambio, textura? Nos propusimos una investigación específica sobre métrica, acentos, motivos, textura, regularidad, irregularidad”, explica Matías Feldman, dramaturgo, compositor y director de El ritmo para presentar esta nueva experiencia de Proyecto Pruebas.
Entre las particularidades del espectáculo se destaca la elección del microcosmos de una oficina, de un entorno laboral, para reflexionar sobre el trabajo como generador de ritmo en nuestras vidas: “Ante el avance del capitalismo financiero por sobre el industrial, sumado a las nuevas tecnologías, la tendencia pareciera ser la de diluir los horarios de trabajo en pos de una absoluta disponibilidad. Los bordes se disuelven, la forma se vuelve menos visible y esto promueve una modificación en nuestra percepción rítmica de la vida”.

De ese modo, El ritmo propone una mirada filosófica-escénica crítica frente a la llamada flexibilización laboral, tanto desde el relato –cuyos seres alienados, maquínicos y mecánicos no recuerdan siquiera quién es la señora mayor con la que trabajan– cómo en las operaciones técnicas a través de las cuales, mediante una suerte de fallas o cambios en los acentos, los ritmos y las velocidades, el espectador puede percibir un tiempo y hasta un sistema disfrazado de normal, de natural, volviéndose casi imperceptible de toda huella discursiva.
Durante la función los espectadores ríen mucho, inclusive de aquello que no puede llegar a normarse. Y tal vez tenga que ver con ese coqueteo al que invita la compañía en relación con la posibilidad de conectarse con el sentido.
Así, el elenco conformado por Guillermo Angelelli, Juliana Muras, Maitina de Marco, Ariel Pérez de María, Paula Pichersky, María Zubiri y Matthieu Perpoint afronta el desafío de sostener, durante más de una hora cuarenta, una constante y perturbadora tensión entre ritmo y relato. Allí donde pareciera que alguien podrá entender o comenzar a explicarse algo, todo estalla, vuelve al caos y abre nuevos sentidos.
El Proyecto Pruebas lleva ya cuatro años de exploración de nuevas modalidades de producción y aproximación a los espectadores, a través de pruebas relacionadas con la percepción, los modelos de representación, los procedimientos escénicos, las convenciones y el lenguaje. Durante 2016 se presentaron en el Teatro Sarmiento la Prueba 1: El espectador, la Prueba 2: La desintegración, la Prueba 3: Las convenciones y la Prueba 4: El tiempo. Todas ellas están incluidas de alguna forma en esta nueva prueba, pues sus hallazgos operan influyendo tanto a la Compañía como al espectador.